Padre, aunque te encuentras muy lejos
mi corazón está contigo.
te lo llevaste entre las ropas
que vestías aquella tarde.
La primavera perfumaba
los caminos de tu partida
y solamente el sol brillaba
sobre tu figura perdida.
Tarde, marcaste la memoria
con la tinta más duradera
del recuerdo, aquella que traza
el dolo cuyo contacto arde.
Arde lento en mi corazón
la Fe del pasado distante
y en el corazón de mi hermano
y en el corazón de mi madre.
Madre, los pequeños comprenden
el peso que cae sobre el hombro
de entrambos, sin embargo, advierten
la fuerza que mueve su viaje.
Viaje, constituyes la mezcla
del trabajo incansable de los
años, meses y días de la
recia voluntad de mi Padre.
Padre, aunque te encuentras muy lejos
y muy lejos me encuentro yo,
nos encontraremos de nuevo
Padre, como en el último adiós.