La Iglesia pide lo que no quiere dar.
Dá lo que le sobra: pobreza espiritual
con más que cierto hedor a muerte
en todos los tiempos.
Esconde y ha escondido siempre entres
sus muros de piedra, a la sombra de
sus inmundos crímenes, todo lo que es,
lo que tiene, piensa y siente.
Dios te da con una mano lo que con
la otra te quita, lo saben sus albaceas
y lo sufren sus esclavos de fe.
¿Cuándo la Iglesia, sus Papas,
obispos, curas y sus sápratas actuales
y de siempre han dado
nada sin nada a cambio?
Ahora piden, otra vez.
Piden para arreglar lo que tal vez la
providencia destruyó quién sabe si para
probar no se sabe bien qué.
Cuántos miedosos de que se les cierren
las puertas del Cielo dan y donan lo que
les roban a otros en vida.
¿Cómo entender que mientras en el mismo
París hay y existen seres humanos que duermen
a orillas del Sena los hay que prefieren
dar más a los que más tienen, los que los tienen todo?
En París se ha pagado y se pagarán bulas
para matar: matar de dolor, de rabia, de hambre,
de miseria incluso de asco.
Ayer, 16 de Abril de 2019, aquí en Argentina Radio Rivadavia 630 hacía mensión a la gran cantidad de donativos que la sociedad francesa y de otros países de Europa estaban aportando para la reconstrución de la Catedral. Pero también hubieron comentarios contrarios haciendo mensión a otras necesidades humanas que se sufre desde mucho antes. La caridad humana a veces no tiene ojos, o los tienen cerrados.
Lázaro.