La ternura cubre los campos
con un fulgor de color alba
y un níveo brillo resplandece
en el dulzor de la mañana.
Un blanco silencio se expande
del viento en las etéreas alas,
con su melosidad sublima
las amargas penas de mi alma.
El mudo fragor de los árboles
en blandura mece sus ramas,
en sonoro sigilo fluyen
del río las inquietas aguas.
Luz argentina alumbra el valle
con destellos de blanca plata
y una sutil aura mis sueños
se lleva en la nívea alborada.