La contundente claridad de esta presencia
solo desea la mismidad serena
de las conchas aferrando la roca
pulso gangrenado
disputándose el aire
de savia invicta
cuando el regreso de la gran llamarada
mute en ascención
nuestra carne reconocerá su aura
en el azogue del alma
la fraterna apertura
nos permitirá afrontar
los mundos celestes
en armonía con otras mentes
incardinadas