Corro y no paro,
mis pulmones queman
y mi garganta arde,
siento como respiro
ese aire seco,
que como astillas
raspa mi garganta.
Corro y no regreso la mirada,
siento las ramas golpear mi cara.
Siento tierra y piedras raspar mis manos,
cuando presencian mi anhelo por su toque
y con un amargo beso en la mejilla
dejan su marca y se van.
Corro y no paro,
mis piernas me suplican clemencia,
y mis pies son agujas,
que se clavan con fervor en mi ser.
Cada paso que doy
Se convierte en trastabillar.
Pero corro y no paro,
falta poco,
el final se asoma.
Como la vela de un barco,
dejando la neblina,
en las oscuras profundidades
del horizonte a sus espaldas.
Paro,
dejo de correr.
Salto y no escucho mi caída.
Mi corazón sale de mi pecho,
ansioso,
por encontrarse
finalmente, con su ansiada
Paz.