No es ninguna verdad oculta,
que al ser humano
le encanta bailar con La Muerte.
Entre suaves melodías
y acordes cotidianos,
le extiende su mano
y ofrece salir a pasear un rato.
Caminando de la mano,
entre senderos oscuros y sinuosos,
La Muerte comienza a tararear,
melodías que olvidabas estaban.
Y el hombre pierde el equilibro,
Le tiemblan las piernas
y finalmente,
se desvanece entre sus brazos.
Suspirando sus letras
y abrazando su alma,
escuchando aquella melodía
que con La Muerte bailaba.