Esta es la tarde de los crepúsculos,
del silencio vivo
poblando los ojos y las laringes,
del dolor en su pico de infamia, terminal
extendido;
Es la noche del mármol palpitante,
del plástico, del nido vacío
del uniforme negro y el preámbulo
de la eterna soledad
en las manos del olvido.
¡Amor!
Tú te vistes de relámpago
en un suspiro
y todos los lutos se precipitan como truenos
en un adiós
que rompe a morir en este puro corazón;
Había olvidado que eres de luz
y del viento azul
que nos llega y se va,
Dios se asoma a través de tu rostro
y te vas.
¡Amor!
En esta noche, la luna que nos miraba
se oculta
tras la bruma del universo
y el cielo es un luto para todos los ojos;
El mar de llanto se abre
para abrazar dulcemente las pupilas
que sin alma suspendidas quedan;
Este adiós
es un estruendo en el vacío
con que abro los ojos a la soledad