Día a día te busco porque estas allí,
y busco tu mirada para consolarme,
mi Jesús, mi Dios sé que estas aquí
y que nunca dejaras de amarme
Te siento en el viento de la tarde,
siento tus manos acariciar mi rostro,
siento tu mirada que en mi cuerpo arde,
y me das valor para poder amarte.
Y siento que estas aquí Cristo mío,
como está el sol en cada amanecer,
a tu lado Señor no encuentro frio,
no está el dolor ni el triste padecer.
Por eso Señor a ti elevo mi canto,
en cada mañana, en cada atardecer,
siento que estas aquí, pues mi triste llanto,
se desvanece luego por tu gran querer.
Pero qué alegría Señor saber que estas aquí,
junto al ave que canta acallando el dolor,
no quiero morir mi Dios sin tenerte a ti
¡oh mi Dios Eterno.! Mi Dios de amor.