Caminé mi pueblo…
Paso tras pasos caminando
como midiendo distancias,
sin olvidar miradas ni rincones
que se dieron y se grabaron
a fuego y surcos de tierra arada,
sin testigos…solo el tiempo.
Sí…mi único tiempo,
Mi tiempo ese que caminé,
en mi pueblo,
con pantalones cortos,
con pisada de madera
de suecos sin suela.
Escarchados y blancos
como piel helada….
y barro silencioso adherido y mudo.
Inseparable compañeros de vida libre
con la simpleza de los juegos callejeros
sin miedos y sin temores…
como despertando de un largo sueño…
Caminé mi pueblo.
No había sol ni rayos directos
pinchando las ventanas
con vidrios y mirada opaca
por la humedad plomiza,
ellos…todos ellos
con la ayuda del viento travesía
intentaban corre los visillos
sin transparencias de la tristeza de las nubes
y sus colmadas bodegas
dispuestas a vaciar sus amenazas…
Con sus bodegas repletas de agua
galopaban rápidas
anunciando su llegada
hacían juguetear las montañas
casi negras de olas y hojas
creando rondas con canción de brisas
y voces de quebrada llenas de ecos
de cuernos de antaño y voz de raza.
Las olas preñadas de humedad
de un cielo cubierto hasta los confines mismos
tañaban sus guitarras
arrastrando hojas y pasto seco
cerrando puertas, ventanas y claros de cielo.
como visitantes esperados
por tanto tiempo…
y las sonrisas tímidas
de las pequeñas lágrimas
que en las lejanas cumbres
se divisan abrazadas a los recuerdos…
Caminar mi pueblo es sentirme jugando
en aquellos tiempos…como pendiendo de un hilo
que me hace sentir que estoy flotando
y adherido a todo lo que veo
sin sentir ni la distancia
ni el transcurrir del tiempo…