Me siento como un lienzo
en medio de un tornado,
barrido por los suelos,
izado hasta los cielos
girando en un abismo
de hielo y fuego y miedo
gozando la ambrosia en el Olimpo
o ardiendo en el averno.
He perdido mi Norte y mi sextante,
voy al pairo de la vida casquivana
que me seduce, me inspira, me emociona,
para después reírse en mis espejos
con una burla soez y despiadada.
No le pedí a la fortuna más que amor,
un resquicio de paz, de luz, de fuerza
para sentirme digno de ser hombre;
y mantener erguida la cabeza,
acepté dolor y el sufrimiento.
no le exigí ni salud ni vida eterna.
Más el destino juega con mi vida
como el gato se ceba con su presa,
me da, me promete, me anticipa
y me guarda para el último zarpazo
sabiendo que hasta el último suspiro
defenderé a sangre y fuego mi legado.