Interrogamos de manera cruel al
pasado para obtener la
respuesta que nos urge de
un futuro del que dudamos
en sus maneras, no para volver
a él con la dudosa contemplación
o para devolver formas ya
abolidas sino para que
nos enseñe y nos muestre
cuáles son los métodos
con que se engaña y defrauda
el presente y así de
esta manera impedirlo.
El poeta, en su pensamiento, del que gusta mostrar y presumir no puede arriesgarse a mentir aún sin pretenderlo; todo se sabe, en principio porque las carencias siempre quedan a la vista. El poeta, el falso poeta o escritor, cree saber copiar e incluso plagiar, pero ignora que cuando no lo hace, cuando no copia, no plagia, lo que escribe no concuerda ni en el estilo ni las maneras que cuando lo hace, no lo sabe y por ello se muestra ufano y hasta ególatra. Se nota a la hora de argumentar sobre lo que lee, la mayoría de las veces nada, Terminar un poema es un esfuerzo difícil y a la vez inútil, lo es porque un poema no se termina nunca de escribir y es así porque las personas que escribimos necesitamos de fechas ciertas para en ellas meter todo lo que hay en el pensamiento, en el alma, la mayoría de las veces cuando cerramos un poema descubrimos que apenas nada de lo que sentíamos quedó dentro, la mayoría fuera.
Un poeta que requiere del pensamiento, solo del pensamiento, para departir un poema no es poeta, es alguien que escribe poemas, pero no es un poeta; menos lo es cuando alguien le comparte observaciones con las que no está de acuerdo y muestra públicamente su rechazo.
Lázaro.