A veces pienso que mi amigo,
se convirtió en un murciélago,
que se escapo de la luz,
y hoy duerme colgado de un tirante,
en el sótano de la casa abandonada,
en donde se esconde el olvido,
lejos del sol..,
de los mandatos establecidos,
de la telaraña que teje la rutina,
abre un ojo,
cuando escucha mi silencio,
y se lo vuelve a tapar ,
con sus alas,
la luz ya nos es guía,
duerme tranquilo,
tiene una luna que lo arropa y lo cuida.
A veces me lavo los pies para quitarme el barro entre mis dedos,
limpiando toda la evidencia del temporal,
del lodo,
el aguacero,
las ramas crujiendo,
el gorrión herido,
el nido hecho trizas,
el temporal que nunca anuncio la calma,
mis pies ahora están limpios,
tal vez un poco de tierra en mis uñas,
es imposible quitar todo el rastro,
A veces me doy licencia para no pensar,
y me imagino como en un sueño,
clavándole un puñal traicionero por la espalda al tiempo,
un gran banquete como celebración,
retrocediendo y volviendo,
sin esa ley que estableció ese viejo mandón ,
repitiendo escenas fallidas,
volver a corregir el momento incorrecto,
que no sea perfecto..,
pero inolvidable quitando toda pena,
sin temerle a ese conteo,
borrando todas las despedidas,
emborrachándonos mientras nos burlamos de todos los días,
que sufrieron amnesia y no recuerdan quienes son.
A veces pienso que mi amigo está soñando,
sonriendo en un rincón,
contando que se aburrió de ser murciélago,
y muestra como botín el reloj,
que un día le robo al tiempo.
Daniel Memmo