Aurelio Peñaloza

El triste, el apasionado, el enamorado

 

El triste, el apasionado, el enamorado.


El primero se sienta
a llorar sus fantasías,
melancólico arrastra
las ojeras de su cama
hasta el agua;
el agua que bebe
y llora.
Se consume
en el pensamiento
de un cigarro
en esa caricia
tan dulce
con la muerte,
la muerte nunca
a llorado amargamente
a un triste.

El segundo
se llena el pecho
de corazones,
siente todas
esas manos
que ahorcan su cuello;
el cuello
que muchos
han alzado,
que muchos
han besado,
los besos colgados
que enmarcan
el borde de su
alma.

El tercero
habla de sencillez,
habla de cosas cotidianas,
el más aburrido.
Es aquel que lanza
una piedra al mar
y la saca para volverla
a lanzar hasta
perderla;
perderla en su mirada,
perderla entre el agua
y el espacio del silencio
de lo que conforma
el aire,
el mismo silencio
que tiene un corazón
al leer un poema,
el poema mas largo
y complicado
en donde este mismo
advierte que la única
palabra es un
te amo;
un te amo
tristemente apasionado,
es el mejor arma
de un enamorado,
es el juicio
que lleva
a un beso
y al amparo,
y formalidades legales
al casamiento
de dos almas
despiertas.