Hoy no estás, yo ya me di cuenta…
Lo supe desde la milésima vez que me senté en la cama
Luego de dar cuatrocientas vueltas
Y acallar a golpes al corazón que te llama.
Lo presentí cuando me despertaba
Y te buscaba triste, en el último sorbo de café
Y extrañaba tus besos en mi espalda
Y no recordaba de tus pechos la miel…
Hoy no estás y yo estoy insoportable
Porque yo no sé qué hacer con mis brazos vacíos
No porque nadie hay, que me hable
Si no, porque hablan al aire los labios míos
Y me cuentan de infinitas tristezas
Que vivían conmigo antes que tú llegaras
Y la muerte me sonríe y me embelesa
Y hoy no huye, como cuando me hablas
Y me asomo al patio y a la ventana
Y me juro pedirte perdón, aunque no sepa por qué
Si regresaras cuando te diera la gana
Aunque fuera para regañarme por yo qué se
Entonces la puerta se abre de repente
Y entras como si nada, sonriendo y gritando
Y yo me odio, por extrañarte como demente
O me felicito, por tenerte en mis brazos.