Apareciste como una flecha ardiendo,
5 horas antes de que terminara aquel año maldito.
Me dijiste lo que siempre quise oír
pero nunca me atreví a pedir.
La primera vez que te miré
supe que podías leer mi mente,
y tu voz me regaló unas cadenas
donde se leía la palabra libertad .
Transité tu cuerpo respirando inmortalidad,
conociendo por fin el núcleo de la luz,
recorriendo el mapa de un amor sin palabras,
abriendo el silencio como un regalo.
Resucitando.
Ahora he vuelto de ese viaje
como quien vuelve de un paraíso de espuma.
Fui alcanzado por un rayo y ahora
me falta el aire y no me encuentro el pulso,
y mi existencia es lenta, tan lenta.
¿Quién soy ahora?
si siempre odié el whisky
y ahora lo bebo con sorbos que me saben a respeto y adoración,
si el olor del tabaco me repugnaba
y ahora paso por los estancos respirando hondo.
Nunca antes el miedo y el placer
habían jugado en el mismo equipo.
Nunca antes me habían enseñado
a volar sin que hubiera red debajo.
Tu presencia llama a lo prohibido,
tu ausencia es tiempo insomne,
y tu pecho huele a tregua,
y tu sonrisa no me ha saludado nunca.
De momento solo sé mirarte desde abajo,
mientras me entregas tu distancia y a la vez tu intimidad,
y me lanzo a comer de tu mano sintiendo que te abrazo
mientras de tu cuerpo brotan
los manantiales que me alimentan.