Pásate entre las nubes plateadas de la noche,
que te quiero soñar de vestidos largos y blancos.
Sobre la grama esperaré al rocío que desciende al verdor,
y a las hadas que anteceden tu llegada.
Te tendré poemas impregnados con mis ilusiones.
¡Oh princesa de ojos endulzados en miel!
Cólmame de tu canto glorioso, de tus besos increíbles
y de tus caricias cargadas de pasión;
que será mutuo, extasiante y loco.
Bajo la luna, las estrellas y el calor del amor.
No se cómo ni cuándo es que lograré ser el presente que te merezcas.
Lo compensaré con palabras alegóricas y extrañas,
gestos dignos de la nobleza y la tinta de mis poemas.
Así te haré llegar poquito a poquito este corazón soñador.
¿Pero cómo te acerco a mi sin que pierdas el interés de quererme?
Me arriesgaré a ponerte a escuchar el tambor de mi pecho;
como se arriesgan los leones por defender su manada.
Si fallan lo pierden todo y yo te perdería a ti, mujer de fantasías.
Dispuesto estoy a esperarte sobre el rocío y el verdor.
Que las hadas lleguen a la proximidad de tu miel,
te tomaré como lo más real que tuve entre mis brazos
y te daré la última pieza de mi corazón soñador.
Luis Adolfo Otero