El hecho de describirte me resulta humildemente complicado.
Podría reflejarte en una belleza apropiada y, para tus defectos, proporcionada.
Pero los adjetivos se te quedan cortos. Muy cortos.
Cortos, como los centímetros de distancia a los que me dejaste a punto de poder tocar el cielo, las nubes, el sol. El cielo.
Cortos, como los centímetros de distancia que separan dos labios ante un previo beso, la cual es suficiente para poder notar el aliento de la acompañante que posa enfrente de mi.
Como por ahora no puedo más que admirarte de lejos, humilde y humildemente me conformaré con dejarte corta con adjetivos.