Agonizaba la noche aquella,
Cuando nos encontramos en besos
Brotaban suspiros, entre la calma
Y nuestras manos temblorosas,
En la maravillosa penumbra de la habitación,
Donde hacemos realidad lo imposible,
Posaban serenos mis ojos en tu silueta
Que me ofrendabas en honor a este amor.
Tus palabras se tornaban innecesarias
Ante tus diminutas manos
Que lo expresaban todo al recorrerme
Por completo.
Como es posible que ante ti, pierda los sentidos,
Que ya ni siquiera controle mi respiración,
Y si me susurras al oído, un te amo,
Me quitas el pensamiento todo,
Dejándome inconsciente el corazón.
Se desvelan mis letras hasta convertirse prosas
Mientras descansas exhausta entre mis brazos
Que buscan arroparte,
El silencio impiadoso se vuelve,
Y de mi boca germina un TE AMO que nace,
Que crece y mueren en ti, mujer,
Que consumes mis días, mis horas,
Mi pluma y el papel en blanco donde te escribo.