Arrancando del alma la tristeza
voy quitando las piedras del camino,
y si negro se vuelve mi destino
nunca dejo se pierda mi entereza.
Con erguida mirada soñadora
busco siempre la luz de la esperanza,
que me ofrece su faro de templanza
que ilumina mi frente retadora.
Nunca muere el fulgor de mis ideas,
nadie puede romper mi gran coraza.
pues mi temple proviene de una raza
que jamás abandona las peleas.
Por mis venas destila valentía
que le diera grandeza a nuestra América,
es mi estirpe tan noble y tan homérica
que mi pecho se inflama en gallardía.
¡Es por eso que llevo mis pendones
con orgullo del indio chorotega,
que habitaba la hermosa Jinotega
tierra bella que cuidan mil leones!
Autor: Aníbal Rodríguez.