Se desangraba por dentro y se hacía pedazos, se volvía la marca del cinturón que usaba para alzar la cintura en la que no entraba. Cargando con los estereotipos de un mundo a la medida de unos pocos y sin tantos juicios propios.
Su útero era el único lugar donde esconderse y sin embargo le ordenaban cuando vaciarlo y llenarse de deseos ajenos, de ideas usurpadas de un viejo libro, de un viejo lobo, de una vieja época. Nada era suyo realmente, nada. Todo era vidriera para escrutinio público.
Pero el dolor que la invadía cada dia era más grande y más grande el modelo que no alcanzaba. Se dibujaba en las venas la libertad que le costaba sangre. Y fluia para poder reencontrarse.
Se soltó de ese mundo ruin que la oprimia, fue al fin el fuego que había deseado e incendió todo indicio de mandato ajeno a su cuerpo, a su \"yo\" a su útero innato.