kavanarudén

Una tarde de abril

 

 

Una tarde silenciosa de abril. 

El sol llega al poniente, se despide del día que ha iluminado.

Todo es calma a mi alrededor. Miro al horizonte y me deleito mirando el mar en su constante movimiento. Las olas vienen y van cantando su canción milenaria. 

El viento úlula mientras mueve las palmeras con delicadeza, pareciera besarlas con su pasar sereno.

Una barca a lo lejos se mueve al compás de las ondas marinas.

Camino por la orilla de la playa, dejo mis huellas que duran poco, desaparecen con el lamer de las aguas.

 

Serena gaviota que a lo lejos levantas el vuelo.

Tus alas se extienden desafiando el horizonte.

Pareces suspendida en el cielo inmenso.

Admiro tu elegancia, tu confianza, tu serenidad al desafiar el viento. 

Nuestras miradas se encuentran por un instante.

Desearía poder acompañarte en tu raudo vuelo, criatura hermosa de blanco plumaje.

Llévame contigo a hermosos y lejanos parajes.

Enséñame a confiar y así desafiar el tiempo.

Te alejas despacio dejando un trazo de libertad.

Te miro hasta que desapareces a lo lejos, sonrío.

A los lejos tímidas las estrellas se hacen presente, no tardará en aparecer la hermosa luna.

Lento retomo mi camino, agradezco por estos instantes que nos regala la vida. Pequeños detalles que alimentan el alma.