Acepto,
pero por favor,
que sean lentos.
Déjame recorrer tu cuello,
trazar un camino con mis besos,
formar varias calles con mis dedos,
llevarte sin escalas hasta el cielo
-sudando como condenado en el infierno-;
saboreando los manjares de tu cuerpo…
Renuncia conmigo a todos tus miedos,
que tengo caricias de sobra para ellos.
Contraminá tu cadera con la mía,
(con ropa) intentemos formar otra vida…
Entre pasiones,
borremos nuestras pesadillas.
Entre besitos,
armemos un nidito,
donde nuestras lágrimas
no sean más que un mito.