Para Leandro, de mí
Al final, sólo necesitaba está tragedia para darme cuenta de a quién voy a extrañar realmente. No precisamente a la persona que me está abrazando en este fatídico instante. Lo más triste es que el mar se ve tan hermoso que me recuerda a tus ojos verdes, mi caballero amante. Lo humillante es que mis lágrimas ya me saben a este océano, que se va volviendo vil, golpeando con la bravura de sus crueles olas, hundiendo más y más el barco. Qué triste es partir sin saber si te vas a enterar de mi amor. Me despido con tristeza y un “te quiero, mi amor”.