Tengo un vacío color de ausencia,
brota silente del corazón,
donde se guarda la dulce esencia
de las promesas de gran pasión.
¿Fueron mentiras aquellas horas
llenas de luces con gran fulgor?
¡Cuando tus manos tan seductoras
mi alma llenaban con su calor!
¿Fuimos acaso fugaz celaje
siempre cruzando sin dirección,
y que adornamos con negro encaje
de la tristeza y desolación?
¿Duros momentos que da el destino
pueden la dicha desvanecer?
¿Quedan perdidas en el camino
tantas promesas de aquel ayer?
¿Viene el olvido, mortal, impío,
todo a cubrirlo de sombra cruel?
¿Trae en su aljaba dolor sombrío
con los compases de amarga hiel?
¡Vuelven mis días encapotados
sin su presencia de paz y luz,
nuestros encuentros de fe plagados
quedan colgando de triste cruz!
¡Bellos ensueños se quedan lejos,
lejos del nido que vio nacer
grandes luceros cuyos reflejos
iluminaban a nuestro ser!
¡Como los ríos con gran corriente
no se devuelven del grande mar;
nuestro pasado tan esplendente
nunca en la vida podrá tornar!
Autor: Aníbal Rodríguez.