Plateada luz que acaricias de la noche negra
las tinieblas, que con tus sedosos besos libas
los suspiros más amargos de mi alma en pena,
déjame que en mis dorados sueños yo reciba
tus níveos hilos con los que mis desvelos teja.
Deja que mis dedos besen esa gasa albina
que cubre de blanco silencio lo que me rodea,
que mi alma gozosa ascienda a la más alta cima
donde pueda volar sin que nadie la detenga.
Blanca luz que con tus lenes dedos me acaricias,
en tus tenues alas llévame a lejanas tierras
donde pueda olvidar de este mundo las desdichas
y morir en la blancura de tu mar serena.
Argentina luz que la negra noche iluminas,
despliega en el éter tu albino e inasible manto
para enjugar en él mi agrio e invisible llanto.