Calma tu sed
y bebe de la fuente,
es agua fresca.
Si lo prefieres
embriágate y no temas,
te dará fuerzas.
Así podrás
seguir en tu camino
y hasta soñar.
Quizás un día
encuentres otra fuente
en algún río.
Aquel que un día,
con suerte, descubrimos
en nuestro bosque.
Aquella fuente,
naciendo de la tierra
era increíble.
El agua fría
estaba cristalina
y apetecible.
Jamás bebimos
un agua parecida
en mucho tiempo.
Y allí quedó,
oculta y resguardando
nuestros recuerdos.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/04/19