Para Ariadna (Con infinito amor)
Tesoro, rubio tesoro.
Tesoro, rubio tesoro;
orgullo de mi existir,
por tí yo quiero vivir
porque te quiero y te adoro.
Eres luz de mi razón,
la que da vista a mis ojos
apartando mis enojos
templando mi corazón.
Blanca luz de primavera
lo mismo que tu vestido,
que desde el cielo ha venido
para estar siempre a tu vera.
Serán mis ojos cansados
los que no alcanzan a ver
un cuerpo ya de mujer
por los años que han pasado.
Es el brillo de tu pelo
cuán rubios rayos de sol
desprendidos de un crisol
que por ti tienen desvelo.
Recogidos en tu trenza
te forman una corona
que a muchas reinas destrona
con tu juvenil belleza.
Estás llegando a Jesús
en el día más hermoso
con tu cuerpo esplendoroso
brillando como la luz.
Vestido blanco azucena
luciendo va tu hermosura,
en esa tu alma tan pura
para compartir su cena.
Novia de pequeña edad
blanca por fuera y por dentro
hoy tú llegas a su encuentro
hasta los pies del altar.
Cuál Diosa Griega o romana
Blancas alas de paloma
sobre su cuerpo prendidas
como dos almas fundidas
que parecen Grecia y Roma.
Ella va como una diosa
cuál del cielo haya venido
con ese blanco vestido
luciendo muy primorosa.
Envuelta viene de tul
que el viento la va soplando,
parece verse volando
cuales hojas de abedul.
Paloma, blanca paloma,
yo quiero que tú te poses
para llenarte de goces
en lo más alto de Roma.
Y los ángeles te miren
en la cúspide del cielo
cubierta con blanco velo
sabiendo eres su virgen.
Con aromas de romero
y perfume de azahar
estarás junto al altar
brillando como un lucero.
Menesteo