Anngiels Simplemente Mujer

EL Y YO, UN DESEO INCONCLUSO

 

Lo conocí una noche fría de invierno por internet, por una de esas redes sociales que abundan y acercan almas solitarias, almas un poco perdidas entre lo formal y lo prohibido.

Él, músico bohemio obligado a vestir saco y corbata por decreto de la herencia familiar. Confundido entre lo bueno y lo malo, extraviado en los pasajes blancos de la cocaína a la cual estaba decidido dejar pero no podía, “...porque no es tan fácil desistir de su abrazo. Cuando te besa te aleja de todo aquello que odias, para luego odiarla cuando te suelta en esta puta realidad\"- escribió y me estremecí al leerlo

Yo una simple mujer con mi vida echa y rehecha y vuelta a la soledad, con ínfulas de poeta, en fin, lo que podía unirnos era ese amor por el arte, música-poesía, y porque no la nostalgia por la bohemia y la noche, nos distanciaba la edad, sus 35 contra mis 56, y por supuesto mi miedo atroz a las drogas y el alcohol.

Hablamos de su vida y la mía; quiso verme aunque más no fuera en foto, accedí y le di un link donde había unas pocas fotos mías y él hizo lo mismo.

Vi un hombre joven de ojos tristes y muy guapo.

Me dijo:

-Me quedé mirando tu boca... tus labios...Imaginé...mojándolos con mi saliva... sintiendo tu aliento cerca... lamiendo esos labios brillosos... esa piel mojada por mí...mmm ¿podes imaginar lo que estoy pensando?

-Si, si claro, sabes que puedo imaginar tanto como vos ¿por qué no?-contesté

Yo pensé delineándolos con su lengua, mordiéndolos suavemente con los dientes, degustándolos lentamente; y evocando sus ojos que vi en una foto descubrí dos pájaros melancólicos detenidos detrás de un sueño aún por descubrir.

Prohibido me era soñarlo, me conformé tan solo con imaginarlo humedeciendo mi piel, estremeciendo mis entrañas, despertando sentidos detenidos en el tiempo en un momento robado, excitados por la adrenalina que produce el peligro y en seres como nosotros lo prohibido.

Proscritos del cielo pensé que caeríamos siete veces siete en el perturbado infierno de los sentidos. Instintos salvajes adueñándose de su piel y mi sangre haciendo tiritar la carne hasta los huesos.



Divagó con su cuerpo convertido en sombra de mi cuerpo excitándome con su virilidad, mientras yo pensaba en su respiración horadando mi espalda con mi nombre.



Él imaginaba el movimiento de mis caderas y mis nalgas mientras en esa suave danza de los sentidos su sexo hallaba hospedaje en mí. Su respiración agitada envolvía los besos que caían de mi nuca a mi cuello enredados en mi pelo, mientras proyectaba su voz susurrando palabras excitantes.

Pensaba en mi respiración acelerada y mi cuerpo apretado al suyo buscando el encastre perfecto entre su cuerpo y el mío; él y yo dos piezas de puzle perfectamente ensamblada, húmedas y con aromas fuertes.

Siento y le digo que podemos levitar...subir al cielo...bajar hasta el infierno y sentirnos tan libres, tan nosotros mismos, tan ajenos al mundo, él me contesta: tan brillantes...el propio aroma de nuestra fusión...nos hace acelerar el pulso.... y yo siento que caballos azules galopan nuestras venas y rojas mariposas aletean en las sienes y el aroma de nuestras esencias nos narcotizan hasta detenernos en la cúspide del placer, subidos ambos en el carro de la imaginación más loca y lujuriosa me expresa:

-Siento tu brillo... tomas mi néctar...y lo compartimos en tus labios carnosos...brillosos de mi; entonces imagino que en las yemas de mis dedos queda impresa la textura de su piel y que toda yo estoy tatuada con sus caricias; manifiesta que en mi aliento se ha impregnado su aroma, le expongo que en mi boca quedó su esencia, en su boca mi boca y en mi centro su cuerpo y que de dos que éramos nos convertimos en uno. Me insinúa que en nuestras bocas muere el aliento final, yo convengo que elevarnos y gozar con palabras es soñar a veces con imposibles a lo que argumenta que los imposibles ocurren si no estamos cerca que si me tuviera a solo veinte centímetros de distancia me haría posible. Caigo en la cuenta que estamos a treinta kilómetros de recorrido ni tan cerca pero tampoco tan lejos solo nos hace falta el tiempo y la decisión de hacerlo realidad sin importarnos el cielo o el infierno ni el perdón, ambos somos dos expatriados de los convencionalismos con almas que tienen alas propias y podemos ver la realidad con mordacidad y seguir viviendo guardando el dulce sabor del recuerdo de un momento impregnado de adrenalina y contravención.

Él y yo dos trapecistas colgando de los hilos invisibles y débiles de los deseos carnales. Pedestres…realistas y tan sensibles que una boca, unos ojos o la música y un poema nos delira hasta elevarnos donde el común de la gente no llega.

Él y yo otoño y primavera y un deseo inconcluso.