Tengo mis sueños prendidos de sus alas,
y la esperanza renovada en cada encuentro,
tengo la rabia que resuena desde adentro
atravesándome la vida como balas.
Y cada día salgo a escudriñar el cielo,
hurgando el horizonte, ilusionada,
mas la vista se desploma ante la nada,
y me arrodillo a enterrar mi desconsuelo.
Hoy extraño sus sonidos sibilantes,
el juguetear de sus alas extendidas,
y el regreso, devolviéndome las vidas
que me quitan sus adioses rutilantes.
Tristemente, atravesando los otoños,
con las hojas en dorada compañía,
me sumerjo en un submundo de apatía
conservando, de mis sueños, los retoños.
Ya el invierno se avecina, amenazante,
y es más triste aún el frío que me abraza,
va corroyendo las paredes de mi casa
con un silencio que se torna exasperante.
Y mientras sueño con verlos regresando
a poblar con gorjeos mis mañanas,
y a desterrar mis tristezas más arcanas,
en la quietud de mi solar, sigo esperando.
Será entonces que la dicha verdadera
dará alivio a mis anhelos devastados
cuando los pájaros, como ángeles dorados,
anuncien, con su aletear, la primavera.
María Elena García Giraldo - Derechos Reservados