Con un chirlo en el culo,
y una madre agotada,
me dieron la bienvenida,
en este mundo que no recuerdo haber pedido participar,
la ciencia me explico,
que fui un esperma atlético,
que ganó la carrera loca al óvulo,
y el premio..,
una estadía con media pensión,
de excursión a lo que le llaman vida.
Con pocos instintos y muchas dudas fui creciendo,
del cariño y la dulzura familiar..,
a la realidad de los colegas,
que disimulan en la inocencia su crueldad,
una maestra programada dictando el discurso establecido,
erguido el cuerpo al sonar el himno ,
adorando próceres brillando en los monumentos,
con poca humanidad y mucha ficción,
inyectándonos desde muy jóvenes las vacunas,
que nos alejan de los virus,
y la racionalidad,
morir por la bandera,
sin preguntar el premio,
y menos quienes van a engordar sus bolsillos,
mientras una medalla será tu mayor fortuna,
odiando al rival de turno que no cerró el trato de un jugoso negocio.
Agotadas las frases y la obligación de tener una novia,
apenas te bajas los calzones en el baño,
y ya te consultan por un amor,
como si ya no fuera mucho trabajo conocerse uno,
para tener que conocer otro ser que tiene las mis dudas,
la farsa del amor eterno,
y el triste perdedor,
del milagro de amar,
el cuerpo y la mente atontados,
hechizados como un encanto milenario,
pero el mercado se frota las manos,
le pusieron precio al ganador,
y el castigo al desafortunado,
la cultura del estúpido corazón orgulloso,
olvidando que no hay mejor prueba de amor,
que es dejarlo libre,
justificando en la tapa del diario,
el costo de la presión de la hipocresía,
que la mató por pasión,
que sabrán esos ciegos del oro lo que es amor?,
ella es cielo,
un pájaro,
el paisaje de mi eternidad,
la mejor definición de libertad.
Diez mil recetas con la cantidad exacta para ser feliz,
buscar el negocio de la necesidad recién salida del horno,
cumplir con los dispositivos de la sociedad elegante,
un dios generoso que te espera en un parque de diversiones eterno,
si te mueres pobre sin quejarte,
y menos olvidarme de estallar en pedazos,
para joderle los clientes del otro paraíso,
quizás las oportunidad de girar como un pollo al espiedo,
si pones en duda,
que cada casita espiritual siempre está cerca de la casa presidencial,
y los bancos donde se deposita tu futuro,
y te dan un cheque al incertidumbre.
En este laberinto de puertas que siempre se abren,
el reloj no me recuerda el esperma que fui,
pero el espejo me aconseja que disfrute el paisaje.
Daniel Memmo