La mía aprendió mi nombre
porque ya no me conocía,
cada vez que miraba por mi ventana fría,
para observar la forma del hombre
y adivinar si este se movía.
La espié bajo el dintel de mi ventana
para deleitarme con su vuelo,
cazando la comida de la mañana
para darle de comer a su polluelo
o simplemente contemplar su hermosura.
Pasaba las mañanas sintiendo mi dicha,
esas son las que mueven ficha,
las de panza blanca y espalda oscura.
Una de esas, la mía,
como la tupida madreselva,
siempre esperando a que vuelva
y no volvió ese día.
Allí quedó de mi balcón colgado
aquello que, durante un tiempo vivido,
su morada hizo del nido.
Qué solitario y vacío ha quedado,
aquella que aprendió mi nombre,
aquella que su vuelo refrendaba,
esa que Bécquer contemplaba,
esa, tan oscura, no volvió...
Poema dedicado al poema de D. Gustavo Adolfo Becquer \"Volverán las Oscuras Golondrinas\"
Incluido en le libro \"Trilogía Aire, Agua, Vida y Otros Relatos\" de Alfonso J Paredes
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