Iguales trozos de vidrio
dentro del tubo de espejos,
simétricos y móviles;
idénticas representaciones
bajo el rigor de la mano que dirige.
¡Qué cambiantes facetas nos ofrece
en cada movimiento!
¡Qué destellos de luz y de colores!
El pasado se repite una y mil veces
en su fluctuante interior
como drama o comedia interminables,
siempre distinto y siempre igual.
Recubiertos por contradicciones,
el presente y el futuro nos asfixian
con sus garras opresoras,
mientras, travieso y juguetón, baraja
el Azar nuestro destino incierto.
Así el calidoscopio de la vida
nos presenta momentos promisorios
de un mañana más feliz y pleno,
o doblemente amargo
por el verbo implacable de algún dios,
adicto impenitente de su perversidad.