Por tus labios permitiste…
que mi alma penetrara
como luz en descenso
en tu bello amanecer.
Entre estrellas y centellas
relampagueaba la inmensidad
de tus ojos de cristal,
y estabas en el firmamento
muy cerca de la intensidad.
Labios que se abren y se cierran
en el umbral del infinito amor.
Besos que se dan en el vórtice del cielo.
Caricias desesperantes que se multiplican.
Susurros que se apagan entre sollozos y alegría.
Besos que se besan.
Alma que recorre la vida en un instante,
que muere y nace en segundos.
Y en el correr de las horas, los dos
siguen siendo el mismo universo,
que no tiene principio ni fin.