Pobre es el niño
que marcha solo por el camino,
con su chaqueta rota va hacia
la escuela de campo pensando
en un futuro o en su esperado
destino.
Sus zapatos rotos y sus pantalones
descosidos, las burlas de sus compañeros
y de otros niños que le miran con ojos
abusivos.
Una niña rica de ojos azules y un
buen vestir, se le acerca le abraza
le seca sus lágrimas y le habla de Dios,
el dulce niño la mira con recelo
y luego comienza a reír.
No llores mi dulce amigo,
por las burlas e ipocresía de los compañeros,
que yo seré tu fiel compañera en tus estudios
y mañana serás un tremendo y gran
ingeniero.
Pasaron los años y el niño creció
fueron tanto sus estudios que de las burlas
se olvido, sigue siendo humilde y un gran caballero,
olvidándoce de su amiga y de ser un ingeniero.
La dulce niña que en aquel entonces le abrazo
y que en sus brazos le otorgo el consuelo
que con sus manos sus lágrimas le seco
y que hoy le mira con un respeto
porque hoy no es ingeniero sino el cura de su pueblo.
Los muchachos que tanto se burlaron de el,
en la escuela.
Le miran y le saludan con respeto y humildad
le piden la bendita bendición al salir de la iglesia
y en sus corazónes reine la paz,
el cura que les conoce los mira con alegría
y gran felicidad.
Pero cuando supieron quien era el cura
a quien le rendían honores, lloraron
y arrepentidos fueron a pedirle que les perdonara
el buen cura les abrazo ante Dios y les otorgo el perdón,
de penitencia, pintar la iglesia con bellos colores.