A través de la estepa solitaria
voy cargando mi alforja de ilusiones,
y proclamo con fuerza mi plegaria
que renazcan aquellos corazones,
que semejan la roca sedentaria
que jamás la conmueven emociones.
Como un canto nacido en las entrañas
de la eterna ansiedad que cargo ardiente;
se desliza mi sueño en telarañas
con deseos de lucha permanente,
contra aquellas terribles alimañas
que destruyen del bien su luz fulgente.
Yo persigo plasmar en mi poema
los clarines que clamen por justicia,
y que lleven las épicas diademas
de coraje, que brinde la delicia
de saber que equidad es grande lema
conque ofrezco al sufrido mi caricia.
¡Me fascinan estrofas cual ramajes
que florecen con arcos tan gloriosos,
cuyos dardos transportan los bagajes
de los bardos con estros luminosos,
que vistieron sus plumas con ropajes
que iluminan senderos escabrosos!
Cuando leo de algún cantor su verso
que enaltece las luchas libertarias;
en sus letras mi numen queda inmerso
por sus auras de esencias solidarias,
pues consiguen que tiemble el universo
con sus flamas de estelas incendiarias.
¡Y si escucho la voz que se levanta
como el cóndor alzando hermoso vuelo;
con su grito mi espíritu agiganta,
contemplando que surca el ancho cielo
la esperanza, que fe y valor implanta
a las almas que llevan negro duelo!
¡Cada rima que teje los fragmentos
de tonada con fuego furibundo,
es la flecha que lleva sentimientos
que despierta el anhelo moribundo,
y mitiga del pueblo los lamentos
que provocan tiranos en el mundo!
¡Es por eso que cada poesía
debe ser del poeta grande arteria;
donde vibre el fulgor de valentía
en pelea que abate la miseria;
y que forje el pendón de gallardía
que llevaba el Quijote de la Iberia!
Autor: Aníbal Rodríguez.