Asoma tus ojos a la estación de la lluvia, ya no es Enero,
ofreciéndoles los aromas danzantes de tus sueños
Déjalos marchar hacia su extenuante lago
Esperas tocar la suavidad de ese viento que huye hasta su momento,
arrastrándose por su sinuosa figura, diluyéndose con el blanco pensamiento
Tus rugosas manos de estrella endiablada acarician su sonido
abrasan como una ofensa
Cada espera es filo hiriendo en la cima
Muy cerca del hambre. Muy lejos del árbol
De ese árbol se escurre la triste mirada con la gota víctima
arrojada a nuestro barro
en el charco del desconsuelo
Esperas desarmado un final para crear un principio
asomándote al fondo de los negros reproches, sentado en su suelo
Un ramo de flores, oliendo a caramelo, flota sin dueño
escribía la dolorosa compañera sobre el estaño
Alivia ver el reflejo dorado de su estancada sibilina
reflectando vivo el vigor en el muro de sordas palabras