CUANDO LA VIDA SE ENTREGA
Una lágrima resbala,
por el rostro ceniciento.
Envuelta en rancios aromas,
de tanto sufrir por dentro.
El camino se diluye,
como una mota de polvo,
en la corriente del viento.
Y el aire se torna denso,
como se espesa la pena,
cuando se agria el aliento.
La voz dulce como almíbar,
arrulla el ánimo inquieto,
que se debate en nostalgias,
como un jilguero en la jaula,
como un condenado preso.
El beso cambia de rostro,
con otro beso se cambia,
Y yendo de rostro en rostro,
se encuentra con su gemelo.
Así fluye entre las lágrimas,
la enormidad del deseo.
Estrecho y frío sendero,
marcado a fuego en el cuerpo.
Como se señala al preso,
que guarda su carcelero.
Surcos profundos se clavan,
en los ateridos huesos.
La caricia se desliza,
al cuerpo que espera presto.
Cuando los poros se abren,
para recibir el beso.
Y las carnes se endurecen,
con el brillo de otro cuerpo.
Pendientes quedan las penas,
mientras la alegría vuelve.
En espera la condena,
que al final viene y se queda.
Que torna y se aleja siempre.
Como el vaivén de las olas,
en la tumultuosa corriente.
Amor de dulces sabores,
que a la vida la conmueve.
Amor que grita y se calla,
que goza y sufre silente.
Amor de plácidas noches,
y de mañanas ardientes.
Sobre la piel acunadas,
las esencias de su vientre.
Como un suspiro se aleja.
Como una mano detiene,
la prisa de quien se queda.
Entre vapores de ausencia,
el presente se recrea.
Sabio sentido que aprende,
de la vida que le queda.
Temor que en valor se torna,
cuando la vida se entrega.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
01/05/2019