El cara de gallo me ha quemado
las letras de acordeón;
pero solo las grisácea y vuelve el azul
pero solo desentonan y vuelve su brillo
¡Oh, azul cariñoso! ¡Oh, fiel brillo!
como del mediodía por las mañanas
pero por las tardes sumerjo de nuevo los domingos.
A través de los agujeros noto
una hoja púrpura que purpurea el aire
y el aire que airea las centellas.
Mi reina duerme y es lo que amo…
mi reina duerme y duerme celeste…
En las subidas noches creo ser su guarida
para que nada la tañe, ni esas noches… ni nada… ni nadie…
tan solo mis alas y los gestos de mis dedos con el corazón.