Eran y son los empujados hacia
ninguna parte, marchan atados por
un silencio que ensordece la
conciencia y a la vez te mira
como cómplice de todo y de nada a la vez.
Osan soñar con un posible
olvido, y hasta con un más
que hipotético perdón, es lo que
calma al alma, a la mirada esquiva
que guardamos.
El que manda aquí asegura que
el mando premiará no a los
valientes sino a los más cobardes,
lo hará sin tibieza para que
el ejemplo cunda,
para que el valor se borre.
Llegado el momento de hacer la matanza
un dedo acusador nos recordará
nuestro camino al silencio.
Silencio y complicidad.
Los he visto caer con la lengua en mitad
de la palabra:
la palabra era Silencio.
Los he visto caer con el recuerdo,
con el recuerdo en medio de la noche.
Lázaro.