De pasión en sus formas me embriagaba
una tarde de estío luminosa;
al compás de la nota melodiosa
de la blanca paloma que trinaba.
Fue su flama un acorde que brotaba
de manera candente y vaporosa;
inspirado por ansia lujuriosa
que su cuerpo febril me regalaba.
Entre nubes con luces de colores
disfrutamos los fuertes vendavales,
que nos pinta el amor con sus fulgores
y nos llevan por limbos celestiales;
y borrachos de anhelos y de ardores
con orgasmos hicimos manantiales.
Autor: Aníbal Rodríguez.