El ardor de los ojos bajo el llanto
Es presagio, síntoma o secuela.
Es el signo invisible y la evidencia
De que hubo y vendrán otros quebrantos.
Cada lágrima cayendo o agrietandose
Por los moldes enjuntos del resabio
Que a veces son los pómulos o el labio
El surco recorrido, ya inundandose.
También crece la brizna bajo el llanto
Y humectan sus raíces viejos árboles.
El fresno y el crepúsculo perecen
Pero vuelven a diario a reencontrarse.
Bajo el llanto la vida nos remece
Pero hace fértil nuestro polvo eriazo.