¡Tembló!, tembló el monte de Venus
Y llovieron margaritas,
y florecieron cirios en su tierra.
Transitaron matices cristalinos en sus surcos,
fraguando una laguna cándida.
La herida se hizo pura,
como canción de cuna al recién nacido,
como estribillo inédito al poeta.
¡Tembló!, tembló el monte de Venus
Y la aurora fue descanso al melancólico,
Y la noche cómplice del placer
que crecía en su ser de hombre,
de la vida efímera que dejaría en aquel campo santo.
El vino inmaculado hizo calma,
como caricia de Dios al condenado,
como el broquel intacto al guerrero.
¡Tembló!, tembló el monte de Venus
Y fue tormenta en tierra seca,
alimento a la esperanza de una boca hambrienta.
Lore Cruz
Madrigal de Luna
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Colombia