Labios de mojado fuego,
hoguera de besos despiadada,
amarte fue fundir el acero
de mi desecha espada.
Volé sin alas por tu cielo,
anidé en tus frondosas ramas,
bebí de tu néctar en mis sueños,
arrimado a tu suave espalda.
Y en ti todo fue tormenta,
relámpagos vencidos de ansias,
caricias de ávidos dedos,
hurgando el silencio y la esperanza.
Boca de rosa y sin palabras,
de espinas afiladas y blancas,
que de noches eran luceros,
que me devoraban el alma.