Deshauciado y ya muerto me repongo
de la última estocada de la vida.
Atrás quedo la tinta, en mi velorio.
Abajo, los papeles que me olvidan.
Deshauciado y ya muerto vuelvo airado
a profanar lo escrito y su osamenta
pero viven aún, fantasma en mano,
los textos que delatan mi conciencia.
Dejé inconcluso y sin probada firma
mi testamento apócrifo y artero
que niega la otra parte de mi vida
y afirma la mitad de mi alter ego.
Atrás quedó lo cierto, en mi escritorio.
Abajo hay falsedad, ficción suicida.
Hay dos formas, dos firmas, un demonio,
un cielo y un infierno y una vida.