Caminando por el bosque,
busco la paz en mi alma,
a cada paso que doy,
el monte más se enmaraña.
Las ramas sobre el camino,
la niebla todo lo tapa,
debo encontrar el sendero,
que me lleve a la montaña.
Baja un arroyo muy claro,
de la cima a la ladera,
debo seguir ese cauce,
esa es la ruta certera.
Son sus cristalinas aguas,
reflejo y luz en las piedras,
caen las hojas de los árboles,
crece en la orilla la hierba.
En ese frondoso bosque,
un rayo de luz penetra,
iluminando el arroyo,
para ensalzar su belleza.
Al final de ese camino,
todo se torna templanza,
contemplo ríos y valles,
respiro paz en mi alma.
J. Piñeiro