Las rosas rojas que sueles mandarme
bañadas por el rocío de sol de tarde
aún se conservan por si dudase
de tu amor puro que sabes darme.
Todo se enciende al sentir su aroma
y al llegar la brisa con vuelos de mariposa
traen la esperanza en sonrisa sobria
y con rojo púrpura los anhelos bordan.
Tengo ese aire que la alegría trae
viviendo libre y que dos almas se amen
brilla el capullo dejado atrás
el más rojo, donde mis labios se posarán.
El capullo de tus labios que suelo soñar
pegados a mi piel, sabiéndome amar.
Entrada la tarde con un sol de cristal
me envuelven los vientos de tu perennidad.
Es tu voz y el paso del tiempo
lo que en mí arraiga tu amor
como un temporal que remueve mi interior
embebiendo el presente de armonía y fulgor.
Fulgor que me llena y mi centro aceptó
al sentir que tu alma en la mía penetró
y te siento siempre mío, llenaste mi vacío
a la par de mi mar y su dulzor.
Tus rosas rojas, tu voz sensual
mi amor candoroso, mi ternura sin par
tu silencio discreto, tu escritura especial
son dos almas que siempre se buscarán.