Yamila Valenzuela

Tus rosas.

 

 

 

Las rosas rojas que sueles mandarme

bañadas por el rocío de sol de tarde

aún se conservan por si dudase

de tu amor puro que sabes darme.

 

Todo se enciende al sentir su aroma

y al llegar la brisa con vuelos de mariposa

traen la esperanza en sonrisa sobria

y con rojo púrpura los anhelos bordan.

 

Tengo ese aire que la alegría trae

viviendo libre y que dos almas se amen

brilla el capullo dejado atrás

el más rojo, donde mis labios se posarán.

 

El capullo de tus labios que suelo soñar

pegados a mi piel, sabiéndome amar.

Entrada la tarde con un sol de cristal

me envuelven los vientos de tu perennidad.

 

Es tu voz y el paso del tiempo

lo que en mí arraiga tu amor

como un temporal que remueve mi interior

embebiendo el presente de armonía y fulgor.

 

Fulgor que me llena y mi centro aceptó

al sentir que tu alma en la mía penetró

y te siento siempre mío, llenaste mi vacío

a la par de mi mar y su dulzor.

 

Tus rosas rojas, tu voz sensual

mi amor candoroso, mi ternura sin par

tu silencio discreto, tu escritura especial

son dos almas que siempre se buscarán.