Cada día nos seguimos amando madre mía, nadie puede dudarlo ni negarlo
pues quien lo hiciese sería un osado.
¡Oh, cómo siento en mi pecho que en tu corazón me acoges!
¡Oh, Cómo te alegras cuando te regalo mis alegrías!
¡Oh, cómo me consuelas cuando siento dolor en mi seno madre mía!
A pesar de tu partida, de no poder contemplar tu semblante
hoy te siento a mi lado, sí mamá, yo, tu hija te sigo adorando,
y en las noches de insomnio busco tu regazo para cobijarme
pues en él encuentro tu ternura y el calor que sosiega mi alma.
Cada día es tu día madre mía, cada momento es tu momento,
porque no sólo has sido mí origen, que también mi referencia
para caminar dignamente por la vida izando el honor de salir de tu vientre
con tanto amor concebido.
Sí mamá, sí que sigo festejando esté día muy jubilosa
porque seguimos unidas por el cordón materno
que ni la distancia del tiempo lo ha cortado
aun a sabiendas de que el cielo ya has alcanzado por tu bondad extensa
porque para ofrecer tu mano nunca has preguntado:
Quien eres, de dónde vienes, a donde vas… solo la ofrecías por ser un hermano.
Hoy te regalo esta oración hecho con sencillos y humildes versos
que salen de mi corazón colmado de un inmenso amor,
bien sabes mamá, que cada día intercambiamos palabras silenciosas
pues alzar mi voz para ser por ti escuchada ya no es necesario
porque desde tu partida nuestras almas son dos en una sola.
Luisa Lestón Celorio