Llegará el minuto cuando el día corte su albor,
la noche nazca con prisa y sienta pese al viento,
al ruido que este hace,
el eco de un jadeó distante,
la alteración de mis sentidos
al contacto de su voz.
Quiero su boca en mi boca,
su carne quieta en mi manifestación de vida.
No quiero un hemisferio de clemencia,
ni una taza de razón,
menos brevedad de un impulso,
para ser despojada de mis orgasmos,
esos que callados hoy duermen,
pero sigilosos esperan ser tormenta en su tierra.
¡Brindaremos con nuestro amizcle,
el suyo morirá en mi boca,
el mío yacerá en su faro!
Crecerá la llama en medio del tic-tac
de mis montañas erguidas,
en tanto su canto de hombre hará lírica en mi dorso.
Rasgaremos el cristal de la pupila,
cuando ya sin aliento,
pero aún con un poco de savia,
nos conjuguemos de nuevo
¡En carne y gloria!
Lore Cruz
Madrigal de Luna
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