En un delicado vergel hallábame absorto,
abstraída de este efímero mundo mi conciencia,
mi ardiente delirio volaba con alas de aire
intentando librar de mi corazón las penas.
Entre los lenes y dorados hilos de mi ensueño
oí las dulces notas de una melodía amena
que como miel iba endulzando el dolor de mi alma
y diluyendo mis suspiros en las estrellas.
Por los azules átomos del inasible éter
mis sueños viajaron a las remotas esferas
y en el seno de sus leves alas se llevaron
los sabores más lacerantes de mi tristeza.
En el idílico vergel desperté de súbito
flotando en las olas de unas notas angélicas,
era el etéreo trino del locuaz ruiseñor
que acariciaba el aire con sus notas de seda.