Inquietante seducción la de tu boca
que destituye el mirar esquivo de tus ojos
y destacando la tersura de tu rostro
en mi provoca una avidez constante.
Y si acaso esta atracción indominable
me lleve un día sin control
a querer besarte, no esperaré que se calme
este deseo, y violaré este silencio
para acercarme.
Una vez cerca, acortada la distancia,
esperaré la respuesta en tus ojos,
sufriendo un poco, aceptaré si me rechazas
y si me aceptas gozaré por ese instante.
Irrenunciable a ese sabor, el de tus labios,
vuelvo a acercarme con pudor por otro beso,
sigue flotando seducción desde tu boca
y aunque me vuelva esclavo de este acto,
ya he entregado libertad por intentarlo.